No se está ni de un lado ni del otro. El cuerpo se duplica, se sale de sí y se observa yacido en el espacio. La mirada abre el espectro de su perspectiva y se intercalan dos focos por donde avizorar el mundo. Luego, la membrana de separación se disuelve cada vez más y así se corta el linde que alguna vez separó la extensión entre uno y otro lado. Esta suma de sensaciones liminales son condensadas como partes y fragmentos de la obra Autoscopia virtual de Carolina Ovando, que hoy presenta Galería Metro21, con la colaboración de CoiLabs.
En la obra aparecen ondas de metal, cristales que refractan y derrames sólidos sublimados en dos trozos de seda sintética, que penden desde el fondo de la instalación. Hacia los alrededores, en contraste con la levedad de las telas, seis pantallas verticales abren pequeños saltos entre quienes miran y presentan una secuencia de tres relatos y momentos distintos: avatares verde croma, flotando entre el espacio de las nubes, acumulando tensión entre cada cavidad, precipitándose desde un lugar a otro de la red de membranas que los separan; luego, cuerpos movedizos a medio pigmentar entre croma y piel, junto a fragmentos de paisaje y corteza vegetal que comparecen mediante fotogrametría en la escena; por último, gesticulaciones, curvaturas y ademanes en espacios cambiantes e indefinidos, donde los avatares portan amuletos, similares a los tótems de la película Inception, los que tal como estos últimos, nos devuelven la mirada hacia la gravedad que diariamente nos abate, apuntando a las figuras impresas sobre telas de seda, que cuelgan al fondo y son las únicas superficies que podemos sentir y manipular con las manos. A la entrada y salida, un glitch de separación nos recibe y despide del stand, con texturas, formas y pigmentos que se replican al interior de los ángulos rectos de sus dos caras externas.
“Si bien los distintos pasajes de Autoscopia virtual nos presentan un escenario único, diseñado especialmente por la artista, este también gatilla figuras que componen un imaginario común entre los espectadores coetáneos a la autora y su generación”
Una de las características distintivas de Galería Metro21 es su enfoque artístico hacia el espacio público, específicamente, a las intervenciones gráficas de muralismo y graffiti urbano. Sin embargo, aquí asistimos a una instalación pensada desde un formato ingrávido y líquido, por fuera de la solidez de los muros y sus capas de cemento, totalmente inmerso en avatares, espacios y situaciones creadas por Carolina Ovando para un entorno digital. Si bien los distintos pasajes de Autoscopia virtual nos presentan un escenario único, diseñado especialmente por la artista, este también gatilla figuras que componen un imaginario común entre los espectadores coetáneos a la autora y su generación, que es también la generación de Metro21 y CoiLabs: infancias teñidas por la fragmentación temporal, en tramas de videojuegos, que cumplieron el rol de distraer la mirada y también, de suspender la pesantez de aquellos esquemas juveniles. El espacio público, entonces, se funde en la arquitectura que recorre el escenario de un videojuego, y así el transcurso de la vida cotidiana se traslapa en el avance y superación de cada nivel en la pantalla, el joystick o el teclado.
Si imaginamos que cada generación tiene una vía medial de escape definida –desde la televisión a la realidad virtual, pasando por simuladores sociales como los Sims y los cañones matamarcianos de Space Invaders– lo que hoy comparece en la obra de Carolina Ovando matiza las apuestas y paradojas de la actualidad: un paso contínuo entre la existencia táctil, en el espacio público, y otro en la ficción contemporánea, en la pantalla líquida; una arremetida veloz de olas conservadoras, que utilizan estas herramientas mediáticas para disolver límites a su favor y al mismo tiempo, una apertura a la disolución de las categorías identitarias que nos separan.
Además, una parte del trabajo de la artista cuenta con la particularidad de ser transado en Feria Ch.ACO mediante NFT (non-fungible tokens), es decir, comercializado de manera puramente digital a través de criptomonedas, donde un eventual comprador adquiere una blockchain (cadena de bloques) en la cual se condensa una obra de arte única, sin poder ser alterada ni duplicada. Parte de aquello que hoy miramos en Autoscopia virtual, se encuentra a la venta sin necesidad de un traspaso físico y táctil hacia quien compra.
Con todo, bajo la decantación de todas estas gradaciones de sentido, Autoscopia virtual nos entrega un corte de actualidad, representado en el flujo contínuo entre gravedad y pantalla, aire y líquido, cuerpo y avatar, y con ello, entre cada glitch de separación, una rendija para poder observar un atisbo del presente, en perspectiva.
Puedes revisar la colección completa de Autoscopia Virtual en version NFT
Vania Montgomery es licenciada en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile y diplomada en Archivística por la misma casa de estudios. Entre el año 2018 y 2019 se desempeñó como investigadora en un proyecto sobre el artista Víctor Hugo Codocedo, junto a Alejandro de la Fuente y Justo Pastor Mellado, así como también en un trabajo de archivo y digitalización de los documentos y obras gráficas de Eugen
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